Voy a reescribir una carta de Loreto García Abós que apareció destacada en la sección de Opinión de El País, del 8 de enero, haciendo, así, una crítica a esos salvapatrias que se creen que son los, como ellos se llaman, empresarios, y que yo prefiero denominar como explotadores.
"Soy una pequeña explotadora (aunque como vereis espero subir de status) con un pequeño comercio de mueble y decoración en el que llegué a explotar hasta siete personas, vamos que ganaba dinero a costa de su trabajo y no del mio, y en el que actualmente solo puedo explotar a dos personas y a media jornada. ¡Ah! y también tengo que trabajar yo misma. La crisis nos trajo, sobre todo a los pequeños y medianos explotadores,l una radical bajada de ventas y, obviamente, de ganancias, pero a costa de echar a cinco de mis explotados (primero estamos mi negocio y yo) y de algún que otro ajuste hemos ido aguantando (uso la primera del plural porque queda más fino, pero en realidad la que he ido aguantando he sido yo).
En febrero, en previsión de que la situación no mejorase y tuviera que seguir conformándome con lo que tengo hasta ahora (mi propio trabajo y el de dos explotados a media jornada), solicité a mi banco una refinanciación y ampliación del préstamo hipotecario. La Directora de la sucursal (una explotada, por supuesto) no me dio más que largas y al final me denegaron lo pedido. Entonces, solicité una novación, es decir, bajar las cuotas, alargando el plan de amortización. De esto van cuatro meses, sigo sin contestación y la Directora de la sucursal no quiere ni verme. ¡Cómo me explotan estos banqueros!
Si una empresa como la mía, sin deudas, sin letras devueltas, con más de veinte años sin problemas (como veis se me dio bien esto de explotar gente y hacer negocio a costa de su trabajo), etc. no consigue no ya no un crédito, sino que ni siquiera una prolongación de los plazos de amortización ¿cómo va a salir adelante este país? Como veis, los explotadores nos tenemos muy creído eso de que solo nosotros y con nuestros métodos somos capaces de sacar un país adelante. El trabajo de todos a los que explotamos en nuestro único y exclusivo provecho, pasa a segundo plano. Porque los trabajadores son eso, trabajadores, no gente como yo que un día decidí que no estaba para ser explotada sino para explotar; y aquí me tenéis, indignada, pues, a mi vez, soy explotada por un banco, que sigue empeñado en hacer negocio a mi costa. Son las cosas del capitalismo, pero con lo que me gusta... En fin, volveré a ver a la Directora (¡pobre explotada!) a ver cómo va lo mío".
Espero que no haya habido problema para distinguir lo que es la carta de Loreto, de los matices y confesiones que he introducido en esta "reescritura" de su carta a El País.
"Soy una pequeña explotadora (aunque como vereis espero subir de status) con un pequeño comercio de mueble y decoración en el que llegué a explotar hasta siete personas, vamos que ganaba dinero a costa de su trabajo y no del mio, y en el que actualmente solo puedo explotar a dos personas y a media jornada. ¡Ah! y también tengo que trabajar yo misma. La crisis nos trajo, sobre todo a los pequeños y medianos explotadores,l una radical bajada de ventas y, obviamente, de ganancias, pero a costa de echar a cinco de mis explotados (primero estamos mi negocio y yo) y de algún que otro ajuste hemos ido aguantando (uso la primera del plural porque queda más fino, pero en realidad la que he ido aguantando he sido yo).
En febrero, en previsión de que la situación no mejorase y tuviera que seguir conformándome con lo que tengo hasta ahora (mi propio trabajo y el de dos explotados a media jornada), solicité a mi banco una refinanciación y ampliación del préstamo hipotecario. La Directora de la sucursal (una explotada, por supuesto) no me dio más que largas y al final me denegaron lo pedido. Entonces, solicité una novación, es decir, bajar las cuotas, alargando el plan de amortización. De esto van cuatro meses, sigo sin contestación y la Directora de la sucursal no quiere ni verme. ¡Cómo me explotan estos banqueros!
Si una empresa como la mía, sin deudas, sin letras devueltas, con más de veinte años sin problemas (como veis se me dio bien esto de explotar gente y hacer negocio a costa de su trabajo), etc. no consigue no ya no un crédito, sino que ni siquiera una prolongación de los plazos de amortización ¿cómo va a salir adelante este país? Como veis, los explotadores nos tenemos muy creído eso de que solo nosotros y con nuestros métodos somos capaces de sacar un país adelante. El trabajo de todos a los que explotamos en nuestro único y exclusivo provecho, pasa a segundo plano. Porque los trabajadores son eso, trabajadores, no gente como yo que un día decidí que no estaba para ser explotada sino para explotar; y aquí me tenéis, indignada, pues, a mi vez, soy explotada por un banco, que sigue empeñado en hacer negocio a mi costa. Son las cosas del capitalismo, pero con lo que me gusta... En fin, volveré a ver a la Directora (¡pobre explotada!) a ver cómo va lo mío".
Espero que no haya habido problema para distinguir lo que es la carta de Loreto, de los matices y confesiones que he introducido en esta "reescritura" de su carta a El País.
Comentarios
Publicar un comentario