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José Álvarez Junco: El otro monstruo.

Hace unos días leí en El País (la verdad es que este periódico de "progres" me resulta una verdadera mina de inspiración) un artículo de José Álvarez Junco titulado "El otro monstruo". La primera parte la dedica el autor a hacer una comparación entre Hitler y Stalin, describiendo las salvajadas por las que ambos son conocidos. Y la segunda, una vez aparcado Hitler, bien por falta de conocimientos al respecto o por falta de interés o vaya usted a saber por qué, el caso es que el análisis se centra únicamente en los presupuestos o antecedentes que permitieron"poner un monstruo de este calibre a su cabeza", refiriéndose, obviamente, a la URSS. Y aquí es donde Junco, haciendo gala de burgués a ultranza y de anticomunista profundo y al servicio del capitalismo, empieza a tergiversar, a decir medias verdades, en fin a arrimar el ascua a su sardina, la capitalista.
El autor achaca la acción de Stalin a "la debilidad política de la teoría marxista, a la falta de precauciones ante los posibles abusos de los futuros dirigentes de la dictadura del proletariado"; y después la hace recaer en que Karl Marx "mostró una sorprendente ingenuidad política al subirse, sin más, al tren jacobino: solo importaba la toma del poder por el proletariado".
Ante este cúmulo de tonterías cabe decir, primero, que Marx jamás explicó en qué consistía la "dictadura del proletariado", era un concepto que él oponía a "dictadura de la burguesía"; tampoco, explicó, salvo por vía de ejemplo, cómo funcionaría. El ejemplo que puso de dictadura del proletariado fue la Comuna de París; comuna que ni a sus más profundos detractores se les ocurrió tildar de asesina en los términos en los que Junco se refiere a Stalin. Es más, de su teoría tampoco dijo nunca que era un recetario para nada, sino que era un método de análisis y que, en cada momento, dependiendo de las circunstancias económicas, políticas, etc, habría que tomar las decisiones correspondientes, decisiones, obviamente, encaminadas a acabar con el capitalismo. Y puestos a ocultar otros análisis sobre la actuación de Stalin, no dice que Trotsky, a quien también dedica una "amables" palabras, hizo un análisis marxista en "La Revolución traicionada" de las circunstancias que permitieron a Stalin auparse con el poder y utilizarlo en la forma en que lo hizo. Por tanto, ni debilidad de la teoría marxista ni ingenuidad por parte de su autor; solamente tonterías interesadas y sin fundamento por parte de Junco.
Una vez hecha esta crítica al marxismo, la refuerza con una comparación: el constitucionalismo  norteamericano, es decir, el constitucionalismo del capitalismo. Estos sí que eran listos y "montaron unos mecanismos de reparto de poderes, controles y contrapesos que ponían las máximas trabas posibles a los abusos. El sistema está lejos de ser perfecto, pero ha funcionado mucho mejor que las dictaduras en nombre del pueblo o del proletariado".
Este es un nuevo ejemplo de tergiversación o ignorancia. Efectivamente, ese sistema consagró la explotación del hombre por el hombre, es decir, el capitalismo; se organizó con poderes y contrapesos que garantizan que eso sea así siempre, en una palabra, instituyeron lo que Marx llamaba la "dictadura de la burguesía", que, claro, para Junco y toda la gentuza capitalista, funciona mucho mejor que la dictadura del proletariado, dando por supuesto que bastaba que lo dijera Stalin para que su régimen fuera una dictadura del proletariado. Por cierto, que tanto Marx como Engels veían en la desaparición del capitalismo no el fin de la historia sino el comienzo, pues sería la historia del hombre libre no la del sojuzgado, como hasta ahora. Es decir, ambos estaban en las antípodas de la crueldad de Stalin y del salvajismo del capitalismo. Pero a Junco no le pagan por escribir cosas así.
P.S. Junco debería saber que el preámbulo de la constitución de EE.UU empieza diciendo "Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos...". Así que esta dictadura de la burguesía (que, como vemos se identifica a sí misma con el pueblo), al igual que la del proletariado, también se ejerce en nombre del pueblo.

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