Manuel Fraijó escribe un artículo de opinión en El País del 2 de abril titulado "A vueltas con la esperanza". Después de leerlo, me pregunto ¿qué esperanza? ¿esperanza en qué?. El autor nos habla de la esperanza tal y como habló de ella Ernst Bloch, marxista y ateo, como nos recuerda Fraijó; también de cómo se refirió a ella Pedro Laín Entralgo y otros como Hannah Arendt o Paul Tillch. Pero el caso es que lo hace en términos tan generales que no sabemos en realidad qué decían sobre tal cuestión. Por tanto, la pregunta es clara ¿"esperaban" lo mismo Bloch que Laín Entralgo? Resulta patente que la "esperanza" no puede ser la misma en un marxista que en uno que no lo es. Esto, claro, si hablamos de una esperanza aferrada a la realidad que vivimos, basada en el análisis y el conocimiento, que nada tiene que ver con una esperanza metafísica más allá de la muerte; esperanza, esta última que nos sitúa en el mundo de la fe, de las creencias y sobre la que se pueden dar infinidad de explicaciones, pero ninguna, obviamente, científica.
Vemos, pues, que Fraijó, como buen burgués, solo utiliza términos omnicomprensivos aplicables por igual a todo el mundo, con independencia de la clase social a la que pertenezcan. Al no hacer esta distinción, parece que un capitalista y un obrero pueden tener "esperanza", en abstracto, pero si cada uno es consciente del lugar que ocupa en la sociedad (y el capitalista, sin ninguna duda, lo es), resulta patente que no pueden, ni por asomo, esperar lo mismo. Efectivamente, cuando pasamos de lo abstracto a lo concreto, vemos que toda posible "esperanza" común es imposible. El capitalista espera poder seguir explotando al trabajador y que tal posibilidad se perpetúe; el trabajador debería (en condicional) esperar exactamente lo contrario: abolir el sistema de explotación. Pero viendo la situación con perspectiva histórica, es más que dudoso que esto sea así. Más bien la impresión es la contraria en la inmensa mayoría de los casos, pues los trabajadores no han dejado de sufrir un continuado ataque por parte de los partidos y sindicatos que dicen defender sus intereses; ataque que en consiste una incesante labor de "desideologización" que ha acabado, creo, por desubicarlos completamente, haciéndoles perder totalmene su conciencia de "clase". Y a esta labor, además de los partidos y sindicatos dichos, contribuyen todos, que son legión, y a los que denuncio sin cesar en este cibercuaderno, los que como Freijó hablan de esperanza, solidaridad, etc, como si todos, sin distinción de clase, pudiéramos esperar lo mismo o ser solidarios. Yo esperaré tumbar el capitalismo y seré solidario con lo de mi clase; pero nunca, si es que sigo en mis cabales, podré esperar nada que espere un capitalista ni ser solidario con un espécimen de esa clase social.
Vemos, pues, que Fraijó, como buen burgués, solo utiliza términos omnicomprensivos aplicables por igual a todo el mundo, con independencia de la clase social a la que pertenezcan. Al no hacer esta distinción, parece que un capitalista y un obrero pueden tener "esperanza", en abstracto, pero si cada uno es consciente del lugar que ocupa en la sociedad (y el capitalista, sin ninguna duda, lo es), resulta patente que no pueden, ni por asomo, esperar lo mismo. Efectivamente, cuando pasamos de lo abstracto a lo concreto, vemos que toda posible "esperanza" común es imposible. El capitalista espera poder seguir explotando al trabajador y que tal posibilidad se perpetúe; el trabajador debería (en condicional) esperar exactamente lo contrario: abolir el sistema de explotación. Pero viendo la situación con perspectiva histórica, es más que dudoso que esto sea así. Más bien la impresión es la contraria en la inmensa mayoría de los casos, pues los trabajadores no han dejado de sufrir un continuado ataque por parte de los partidos y sindicatos que dicen defender sus intereses; ataque que en consiste una incesante labor de "desideologización" que ha acabado, creo, por desubicarlos completamente, haciéndoles perder totalmene su conciencia de "clase". Y a esta labor, además de los partidos y sindicatos dichos, contribuyen todos, que son legión, y a los que denuncio sin cesar en este cibercuaderno, los que como Freijó hablan de esperanza, solidaridad, etc, como si todos, sin distinción de clase, pudiéramos esperar lo mismo o ser solidarios. Yo esperaré tumbar el capitalismo y seré solidario con lo de mi clase; pero nunca, si es que sigo en mis cabales, podré esperar nada que espere un capitalista ni ser solidario con un espécimen de esa clase social.
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