Hace unos días estuve oyendo una tertulia en la que participaba, entre otras personas, Isabel San Sebastián. Era el momento de la publicidad, esa publicidad que se hace en directo mediante la lectura del mensaje por un locutor que está en la tertulia. En este caso, se hacía publicidad de El Corte Inglés diciendo que trabajaban el día de Noche Buena, no sé hasta qué hora, para, así, facilitar las compras de última hora para la cena de ese día. En ese momento, toma la palabra Isabel para elogiar a esa empresa, diciendo que eso está muy bien y nos cuenta esta historieta. Al parecer, el año pasado, Isabel había hecho un encargo de mariscos en su pescadería de Cudillero, para unas 12 personas, creo, que tenía a cenar ese día en su casa. Pero hubo un percance. Resulta que el día de Noche Buena la empresa de paquetería tenía un horario de reparto limitado y no le hicieron entrega del paquete hasta el día 26. Y, claro, El Corte Inglés vino en su ayuda, pues no tenían ese problema de limitación de horario. Los comentarios eran del tono de "claro, el repartidor decidió tener una buena cena y no repartió los paquetes", "en otras sitios (alusión al y publicidad de El Corte Inglés) eso no pasa" y cosas por el estilo. Por cierto, todo esto se decía delante de los trabajadores de la emisora de radio que, obviamente, no dijeron una palabra en favor de los trabajadores de El Corte Inglés ni criticaron a esta empresa por su horario en tan señalado día. Digo lo de "obviamente" por que si la hubieran criticado o hubieran alabado a la empresa de paquetería por tener unos horarios más respetuosos con los derechos de los trabajadores ya no estaría en la emisora de radio. Habrían sido despedidos.
Curiosamente, ninguno de los tertulianos (tampoco, obviamente, los trabajadores) cuestionó la diligencia del pescadero a la hora de contratar el envío y de cerciorarse de la hora en que este iba a ser entregado; y todo ello suponiendo que Isabel le hubiera dicho para qué hora y día lo quería. Efectivamente, a lo mejor fue todo culpa del pescadero, que no tomó las más elementales precauciones para evitar el "gran problema" que se le causó a Isabel y a sus amigos. Y tampoco sabemos si el pescadero fue advertido por la empresa de paquetería de esa circunstancia horaria, a la vista de, quizá, lo tarde que se contrató el envío. No, la culpa de todo la tuvo el trabajador que decidió tener ese día una buena cena, en vez de ocuparse del marisco de Isabel.
Pues bien, este tipo de gentuza es la que se llena la boca hablando de libertad, derechos, igualdad, etc, etc, menos cuando esos derechos, ejercidos por otros, chocan con los suyos a forrarse a marisco en Noche Buena. En ese caso, el trabajador que actuó tan despreocupadamente sobre los derechos de Isabel a tan deliciosos manjares merece todo tipo de comentarios críticos; y El Corte Inglés, que explota a sus trabajadores hasta la saciedad sin importar el día del año, recibe todo tipo de elogios porque viene, cual ONG, en auxilio de gente como Isabel, que se cree en el derecho de que los demás trabajen hasta la hora que sea y el día que sea con tal de que ella y sus amigos tengan el marisco en casa a la hora que mejor les venga. Ella sí tiene derecho a estar libre ese día con tiempo suficiente para preparar la cena, pero el trabajador, no; este no tiene ese mismo derecho porque tiene que estar esperando a que llegue el marisco de Cudillero para, sin perder un momento, llevarlo raudo y veloz a casa de Isabel. Por supuesto, Isabel es liberal de toda la vida, respeta como ninguna los derechos de los trabajadores y lo que haga falta, pero, eso sí, siempre que el marisco de Cudillero esté en su casa cuando ella quiera. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Da asco.
Final: Deberíamos hacer campañas para que ese día, u otros festivos, no se acudiera a comprar a tiendas donde se muestre tan poco respeto por los trabajadores.
Curiosamente, ninguno de los tertulianos (tampoco, obviamente, los trabajadores) cuestionó la diligencia del pescadero a la hora de contratar el envío y de cerciorarse de la hora en que este iba a ser entregado; y todo ello suponiendo que Isabel le hubiera dicho para qué hora y día lo quería. Efectivamente, a lo mejor fue todo culpa del pescadero, que no tomó las más elementales precauciones para evitar el "gran problema" que se le causó a Isabel y a sus amigos. Y tampoco sabemos si el pescadero fue advertido por la empresa de paquetería de esa circunstancia horaria, a la vista de, quizá, lo tarde que se contrató el envío. No, la culpa de todo la tuvo el trabajador que decidió tener ese día una buena cena, en vez de ocuparse del marisco de Isabel.
Pues bien, este tipo de gentuza es la que se llena la boca hablando de libertad, derechos, igualdad, etc, etc, menos cuando esos derechos, ejercidos por otros, chocan con los suyos a forrarse a marisco en Noche Buena. En ese caso, el trabajador que actuó tan despreocupadamente sobre los derechos de Isabel a tan deliciosos manjares merece todo tipo de comentarios críticos; y El Corte Inglés, que explota a sus trabajadores hasta la saciedad sin importar el día del año, recibe todo tipo de elogios porque viene, cual ONG, en auxilio de gente como Isabel, que se cree en el derecho de que los demás trabajen hasta la hora que sea y el día que sea con tal de que ella y sus amigos tengan el marisco en casa a la hora que mejor les venga. Ella sí tiene derecho a estar libre ese día con tiempo suficiente para preparar la cena, pero el trabajador, no; este no tiene ese mismo derecho porque tiene que estar esperando a que llegue el marisco de Cudillero para, sin perder un momento, llevarlo raudo y veloz a casa de Isabel. Por supuesto, Isabel es liberal de toda la vida, respeta como ninguna los derechos de los trabajadores y lo que haga falta, pero, eso sí, siempre que el marisco de Cudillero esté en su casa cuando ella quiera. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Da asco.
Final: Deberíamos hacer campañas para que ese día, u otros festivos, no se acudiera a comprar a tiendas donde se muestre tan poco respeto por los trabajadores.
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