Manuel Valls es un sujeto más al servicio del capitalismo. Tal aserto, desde luego, no es ninguna novedad. Todos los que hoy engrosan las filas de los llamados partidos socialistas o socialdemócratas no son más que eso: servidores del capitalismo, gente que no se cuestiona la existencia de tal sistema ni, por tanto, la necesidad de acabar con la barbarie que su supone para millones de personas en el mundo. Son sujetos de la peor calaña o ignorantes, que todo puede ser. Los primeros, los de la peor calaña, son los dirigentes de esos partidos, siendo su misión especial perpetuar la ignorancia de las clases trabajadoras, convencerlas de que el capitalismo tiene arreglo. Es decir, su papel consiste en hacerles ver que el sistema de explotación en lo que el capitalismo consiste es lo único que hay, es la realidad con la que hay que vivir, pues fuera de ella no hay nada. Así, estas élites, frente al salvajismo actual, es decir, frente a la explotación de los habitantes de los países más pobres del mundo, frente a la existencia de millones de parados, frente a los millones de personas cuyos ingresos no les garantizan ni siquiera su supervivencia, frente a la explotación infantil, frente a las guerras por los recursos naturales, frente al retroceso de los servicios tales como la educación, la sanidad etc (eso donde hay algo que pueda recibir tal denominación) ¿qué hacen? Nada. Decir tontería, tras tontería: Qué se necesitan otras políticas, qué así no vamos a ningún sitio, qué se necesita restablecer la "democracia" y demás lugares comunes. Pero de pasar a la acción, nada; de decir que el único arreglo que cabe es acabar con el capitalismo, ni una palabra. Lo que es perfectamente, pues no dejan de ser unos capitalistas más.
Ahora Valls propone eliminar el término "socialismo" del nombre del partido, pues tal palabra, según él no deja de ser una antigualla que no tiene en cuenta la realidad actual y que "se aferra a un pasado superado y nostálgico" (¿Lo diría mejor la hija de Botín?). La verdad es que el partido socialista francés, igual que el español, el alemán o cualquier otro partido socialista europeo hace mucho tiempo que dejaron de ser "socialistas", es decir, hace muchos años que aceptan de forma incondicional el capitalismo, le sirven con entusiasmo y, en consecuencia, no aspiran a su superación. Dicho en otras palabras: son un engranaje más del sistema, cuyo papel es controlar a la clase trabajadora y mantenerla en su estado de adocenamiento actual. Si no fuera así, nadie comprendería que los bancos no solo presten a los partidos socialistas, sino que no les reclaman lo que les deben, que no es poco y, sin embargo, no perdonan a un parado que no puede pagar una hipoteca.
Decía más arriba que los miembros de los partidos socialistas eran gente de la peor calaña (sus élites) o ignorantes. Estos son los que tiene una falta total de espíritu crítico, están fascinados por la palabra "socialismo", que les hace sentirse de "izquierdas", "progresistas" o tonterías por el estilo. Esta gente, también suponen un gran obstáculo a la causa del socialismo, pues apoyan con todas sus fuerzas a gentuza como Valls, Sánchez, Renzi y toda esta tropa y se niegan a abrir los ojos ante la realidad actual. Son gente que queda entusiasmada ante las tonterías que, día sí y día también, dicen todos estos y de las que se hacen eco y jalean, cómo no, los medios de comunicación.
Ahora, Sánchez y otra como él, Susana Díaz, defienden la permanencia de la palabra "socialismo" en el nombre del partido (¿y "obrero"?), por que quitarla no aporta nada y suprimirla "difumina nuestras raíces que son nobles y profundas". De verdad: ¿se puede decir una tontería mayor?
El socialismo no es reformismo, o no lo era para quienes empezaron a utilizar tal palabra, para definirla y perfilar su contenido. Se discutió y discutimos algunos si el socialismo es alcanzable por medios pacíficos o no, pero no si hay que dejarlo todo en un lavado de caro, en un mero reformismo, que es lo que pretenden los "socialistas" como Sánchez y Díaz, por citar solo a los españoles, y con lo que están perfectamente de acuerdo todos los capitalistas de este mundo, que, obviamente, defienden tal postura e, incluso, si son bancos, la financian.
Ahora Valls propone eliminar el término "socialismo" del nombre del partido, pues tal palabra, según él no deja de ser una antigualla que no tiene en cuenta la realidad actual y que "se aferra a un pasado superado y nostálgico" (¿Lo diría mejor la hija de Botín?). La verdad es que el partido socialista francés, igual que el español, el alemán o cualquier otro partido socialista europeo hace mucho tiempo que dejaron de ser "socialistas", es decir, hace muchos años que aceptan de forma incondicional el capitalismo, le sirven con entusiasmo y, en consecuencia, no aspiran a su superación. Dicho en otras palabras: son un engranaje más del sistema, cuyo papel es controlar a la clase trabajadora y mantenerla en su estado de adocenamiento actual. Si no fuera así, nadie comprendería que los bancos no solo presten a los partidos socialistas, sino que no les reclaman lo que les deben, que no es poco y, sin embargo, no perdonan a un parado que no puede pagar una hipoteca.
Decía más arriba que los miembros de los partidos socialistas eran gente de la peor calaña (sus élites) o ignorantes. Estos son los que tiene una falta total de espíritu crítico, están fascinados por la palabra "socialismo", que les hace sentirse de "izquierdas", "progresistas" o tonterías por el estilo. Esta gente, también suponen un gran obstáculo a la causa del socialismo, pues apoyan con todas sus fuerzas a gentuza como Valls, Sánchez, Renzi y toda esta tropa y se niegan a abrir los ojos ante la realidad actual. Son gente que queda entusiasmada ante las tonterías que, día sí y día también, dicen todos estos y de las que se hacen eco y jalean, cómo no, los medios de comunicación.
Ahora, Sánchez y otra como él, Susana Díaz, defienden la permanencia de la palabra "socialismo" en el nombre del partido (¿y "obrero"?), por que quitarla no aporta nada y suprimirla "difumina nuestras raíces que son nobles y profundas". De verdad: ¿se puede decir una tontería mayor?
El socialismo no es reformismo, o no lo era para quienes empezaron a utilizar tal palabra, para definirla y perfilar su contenido. Se discutió y discutimos algunos si el socialismo es alcanzable por medios pacíficos o no, pero no si hay que dejarlo todo en un lavado de caro, en un mero reformismo, que es lo que pretenden los "socialistas" como Sánchez y Díaz, por citar solo a los españoles, y con lo que están perfectamente de acuerdo todos los capitalistas de este mundo, que, obviamente, defienden tal postura e, incluso, si son bancos, la financian.
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