Acabo de leer en El País de hoy, 4 de marzo, una carta que dirige el director del periódico a la redacción. Como buen sicario, es el portavoz de quien le paga; y, junto al halago cínico, baboso y empalagoso a los trabajadores, los amenaza y advierte de que las cosas, para ellos, van a seguir estando muy mal. Veámoslo.
Dice el director: "Hemos conversado esta mañana sobre la dura realidad a la que se enfrentan nuestro oficio". Es decir, se advierte a los trabajadores que la situación está fatal para que lo tengan presente en todo momento de cara a su actitud ante quienes los explotan; nada de reivindicaciones ni cosas por el estilo. Calladitos todos y a trabajar.
Y sigue: "...hemos venido haciendo ajustes desde hace tiempo..." Dicho en otras palabras y sin eufemismos, los capitalistas dueños del periódico llevan, desde hace tiempo, despidiendo a trabajadores y recortando sus derechos, sin duelo.
Más adelante, mentiras y cinismo a raudales: "Gracias a vuestro sacrificio y colaboración nos encontramos en una posición competitiva...". ¡De qué sacrificio habla este imbécil! Imposición, despidos y pérdida de derechos no son sacrificios por los que haya de dar las gracias, pues no significan aceptación alguna por parte de los despedidos; es pura y simplemente explotación en grado máximo. En cuanto a lo de la "colaboración", hay que decir que cuando alguien trabaja por un sueldo no es, precisamente, un colaborador, es alguien que tiene que permitir ser explotado para poder vivir. Como vemos, la carta no es más que un compendio de eufemismos.
Pero que nadie piense que esto va a cambiar: "Pero eso no significa que la batalla esté ganada ni que nuestra supervivencia esté garantizada". Seguimos con los eufemismos. Esto quiere decir que los despidos van a seguir, que no se recuperará ninguno de los derechos perdidos y que, por tanto, el grado de explotación está muy lejos de disminuir. Argumento que se refuerza cuando dice: "La crisis, probablemente, no ha tocado fondo todavía".Así que nada de alegrías.
Luego, tras referirse a los cambios que se están produciendo en cuanto a la forma y los medios en que se accede a la información, fundamentalmente medios digitales, con todos los cambios a que esto lleva desde el punto de vista del explotador, dice: "Estos cambios, como todos, tienen grandes ventajas. La primera y más importante es que millones de personas en todo el mundo muestran hoy interés y tienen capacidad para acceder a nuestros productos". Es decir, grandes ventajas para el explotador, como las que se derivarán del acceso a sus productos de esos millones de personas de los que habla.
Aunque no todo son ventajas: "Pero, sin duda, -y esto es lo que más nos angustia hoy- este nuevo tiempo supone también un gran desafío para todos nosotros. Y una severa amenaza para quienes duden o se resistan al avance incontenible de la transformación de nuestro trabajo y del negocio que lo soporta". No dice este sicario de los capitalistas dueños del periódico quién se incluye dentro de ese "nos". Podemos intuir que él sí, pues se dé cuenta o no de que es un explotado más, si las cosas siguen mal o empeoran, se irá a la calle. Y una nueva advertencia a los trabajadores: si esa transformación lleva a que se necesite menos mano de obra o a que esta tenga que estar dispuesta a tragar con toda las modificaciones de las relaciones laborales que implique dicha transformación, quien no esté dispuesto a ello ya sabe que su única salida será la pérdida del empleo.
Dejando las cuestiones económicas y laborales, el director se descuelga con esta monumental estupidez y uno de los lugares comunes estrella del periodismo: "Vamos a cambiar, sí, pero no vamos a renunciar a aquellos valores de libertad e independencia que han conseguido traernos hasta aquí". ¿Qué libertad y qué independencia? Serán las de los dueños, por que las del director y las del resto de los que escriben en el periódico son perfectamente inexistentes. Ni tienen libertad ni independencia; solo pueden escribir sobre lo que los dueños permitan y para decir lo que a ellos les parezca y pueda convenir. Ahí empieza y acaba su libertad y su independencia.
Y ahora, el final: "EL PAÍS sigue su camino para celebrar sus próximos 40 años más vivo que nunca. Estás invitado a participar en la hermosa aventura de inventar el futuro desde esta casa que has construido y que es nuestro periódico.
Dice el director: "Hemos conversado esta mañana sobre la dura realidad a la que se enfrentan nuestro oficio". Es decir, se advierte a los trabajadores que la situación está fatal para que lo tengan presente en todo momento de cara a su actitud ante quienes los explotan; nada de reivindicaciones ni cosas por el estilo. Calladitos todos y a trabajar.
Y sigue: "...hemos venido haciendo ajustes desde hace tiempo..." Dicho en otras palabras y sin eufemismos, los capitalistas dueños del periódico llevan, desde hace tiempo, despidiendo a trabajadores y recortando sus derechos, sin duelo.
Más adelante, mentiras y cinismo a raudales: "Gracias a vuestro sacrificio y colaboración nos encontramos en una posición competitiva...". ¡De qué sacrificio habla este imbécil! Imposición, despidos y pérdida de derechos no son sacrificios por los que haya de dar las gracias, pues no significan aceptación alguna por parte de los despedidos; es pura y simplemente explotación en grado máximo. En cuanto a lo de la "colaboración", hay que decir que cuando alguien trabaja por un sueldo no es, precisamente, un colaborador, es alguien que tiene que permitir ser explotado para poder vivir. Como vemos, la carta no es más que un compendio de eufemismos.
Pero que nadie piense que esto va a cambiar: "Pero eso no significa que la batalla esté ganada ni que nuestra supervivencia esté garantizada". Seguimos con los eufemismos. Esto quiere decir que los despidos van a seguir, que no se recuperará ninguno de los derechos perdidos y que, por tanto, el grado de explotación está muy lejos de disminuir. Argumento que se refuerza cuando dice: "La crisis, probablemente, no ha tocado fondo todavía".Así que nada de alegrías.
Luego, tras referirse a los cambios que se están produciendo en cuanto a la forma y los medios en que se accede a la información, fundamentalmente medios digitales, con todos los cambios a que esto lleva desde el punto de vista del explotador, dice: "Estos cambios, como todos, tienen grandes ventajas. La primera y más importante es que millones de personas en todo el mundo muestran hoy interés y tienen capacidad para acceder a nuestros productos". Es decir, grandes ventajas para el explotador, como las que se derivarán del acceso a sus productos de esos millones de personas de los que habla.
Aunque no todo son ventajas: "Pero, sin duda, -y esto es lo que más nos angustia hoy- este nuevo tiempo supone también un gran desafío para todos nosotros. Y una severa amenaza para quienes duden o se resistan al avance incontenible de la transformación de nuestro trabajo y del negocio que lo soporta". No dice este sicario de los capitalistas dueños del periódico quién se incluye dentro de ese "nos". Podemos intuir que él sí, pues se dé cuenta o no de que es un explotado más, si las cosas siguen mal o empeoran, se irá a la calle. Y una nueva advertencia a los trabajadores: si esa transformación lleva a que se necesite menos mano de obra o a que esta tenga que estar dispuesta a tragar con toda las modificaciones de las relaciones laborales que implique dicha transformación, quien no esté dispuesto a ello ya sabe que su única salida será la pérdida del empleo.
Dejando las cuestiones económicas y laborales, el director se descuelga con esta monumental estupidez y uno de los lugares comunes estrella del periodismo: "Vamos a cambiar, sí, pero no vamos a renunciar a aquellos valores de libertad e independencia que han conseguido traernos hasta aquí". ¿Qué libertad y qué independencia? Serán las de los dueños, por que las del director y las del resto de los que escriben en el periódico son perfectamente inexistentes. Ni tienen libertad ni independencia; solo pueden escribir sobre lo que los dueños permitan y para decir lo que a ellos les parezca y pueda convenir. Ahí empieza y acaba su libertad y su independencia.
Y ahora, el final: "EL PAÍS sigue su camino para celebrar sus próximos 40 años más vivo que nunca. Estás invitado a participar en la hermosa aventura de inventar el futuro desde esta casa que has construido y que es nuestro periódico.
Muchas gracias por tu confianza y esfuerzo.Un abrazo". Imposible ser más cursi y más cínico. ¡Qué es eso de "invitado", por favor! ¡Desde cuando se invita a uno a ser explotado! Y lo de "desde esta casa que has construido"; sí, construida a base de trabajo mal pagado y para beneficio exclusivo de los dueños del periódico. Lo de "nuestro periódico" irá por él, si es que el muy tonto así lo cree, y por los dueños, pero si trata de incluir en ese "nosotros" a los trabajadores, entonces estamos lisa y llanamente ante un insulto a su inteligencia, a la inteligencia de los trabajadores, claro, no a la del director.
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