El inefable Joaquín Estefanía, periodista que se encarga de los asuntos económicos en El País, hace un comentario en el suplemento Babelia, del sábado 12 de noviembre, sobre el libro "Estudios del malestar", de José Luís Pardo. Yo voy a comentar sus comentarios.
Joaquín empieza copiando y adaptando el siguiente texto:
"Asistimos a la crisis de la Transición, crisis de sus hombres, de sus partidos, de sus periódicos, de sus procedimientos de sus ideas de sus gustos y hasta de su vocabulario (...) el más humilde de vosotros tiene derecho a levantarse delante de esos hombres que quieren perpetuar la Transición (...) y decirles 'No me habéis dado maestros, ni libros, ni ideales ni holgura económica (...) soy vuestro acreedor, yo os exijo que me deis cuenta de todo lo que en mí hubiera sido posible (...) y no se ha realizado, quedando sepultado en mí antes de nacer; que ha fracasado porque no me disteis lo que tiene derecho a percibir todo ser que nace en latitudes europeas". Salvo Pablo Iglesias y algunos otros elementos componen estas Cortes partidos que (...) podrían considerarse continuación de cualesquiera de las Cortes de 1978 para acá (...). La España oficial consiste, pues, en una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos ministerios de alucinación".
Seguidamente, Joaquín nos desafía a que digamos en qué momento se escribió el párrafo anterior y si consideramos que son palabras del autor del libro. Y antes de que respondamos, nos dice que si sustituimos 1978 por 1875 y Transición por Restauración, tendremos ante nosotros las palabras del discurso de Ortega y Gasset "Vieja y nueva política", pronunciado en mayo de 1914. Por si pudiéramos confundirnos, el bueno de Joaquín nos advierte que ese Pablo Iglesias es el fundador del P$o€.
A continuación, nuestro inefable periodista nos dice que José Luís Pardo, cuando encontró tal párrafo y "comprendió las analogías ante aquellas circunstancias y las de ahora sintió una ligera sensación de mareo". Si a lo que se refiere Estefanía en cuanto a las circunstancias económicas que describe Ortega y sus efectos en la población, salvo escaso o nulo conocimiento de la historia por parte del autor del libro, esa sensación de mareo no puede venir motivada por el hecho que ahora todo eso se repita. Las crisis en el capitalismo son cíclicas, por lo tanto, sus efectos en las clases explotadas también. No era aquella de 1914 la primera ni será la de ahora la última; y, en consecuencia, la falta de holgura económica, la falta de unos adecuados servicios públicos de educación y de todo aquello que se supone que en estas latitudes debe tenerse, como denunciaba Ortega, volverán a darse cuando vuelva a haber otra crisis en el capitalismo. Cabe, pues, que la sensación de mareo, si se debía a estas circunstancias, solo sea de Joaquín Estefanía, que, aún cuando sabedor de lo cierto de todo lo que acabo de decir, sirve a quien le paga y por eso escribe lo que escribe.
La tesis que, según Joaquín, sostiene el autor es doble: "En primer lugar, que la doble pobreza que ha dejado la crisis, la económica y la política, puede acabar dinamitando el contrato social que garantizaba -el concepto de 'garantía' ha adquirido un papel fundamental en la era de la incertidumbre- el Estado de derecho que sustenta las libertades para la convivencia".
La verdad es que la "pobreza política" no la veo por ninguna parte, a no ser que se refiera a pobreza de argumentos por parte de la mayoría de la clase política. Si es así, estoy de acuerdo con Joaquín, pues la burguesía capitalista viene dando receta tras receta para engañar a las clases explotadas desde hace más de 150 años y aquí estamos: sigue habiendo crisis económicas y con efectos más o menos parecidos menos, claro, cuando las crisis y luchas entre capitalistas se solucionan mediante guerras. Pero mucho me temo que Joaquín no suscribe el concepto "pobreza política" en los términos en los que yo lo acabo de dejar descrito. Sobre la pobreza económica nada hay que decir: a la vista de todos está. En cuanto a que la crisis puede dinamitar el contrato social ¡Ojalá! Pues ese contrato social, primero, no es tal; ha sido impuesto por la burguesía capitalista una vez que se alzó con el poder tras la Revolución Francesa. Todo lo más, sería un contrato "de adhesión": si lo quieres lo tomas y si no, lo dejas. Segundo, lo que ese contrato garantiza es el estado de derecho burgués, pues no existe, pese a las pretensiones y deseos de Estefanía y de toda la burguesía a la que sirve, el "estado de derecho", como categoría absoluta. Mientras haya clases habrá un "estado de derecho burgués" impuesto a las clases trabajadoras. Por eso, y tercero, lo que ese contrato y ese estado de derecho garantizan es una "convivencia" basada en la fuerza y en la plena victoria de los capitalistas sobre los explotados; es como llamar "convivencia" a la relación del esclavo con su dueño en Roma o en Grecia en la época esclavista.
Hasta aquí vemos lo que piensa en primer lugar el autor del libro, según lo interpreta Estefanía, en cuanto a las presentes circunstancias. Y si esto refleja fielmente lo que dice el autor de "Estudios del malestar", pues ya podemos imaginarnos de qué pie cojea: estamos ante un libro más donde se ensalzan las libertades formales burguesas, su estado de explotación y se denigra por "populista", "utópica", etc. toda idea que ponga sobre la mesa, una vez más, la posibilidad o la necesidad ineludible de acabar cuanto antes con el estado de cosas que representa el capitalismo.
Lo que piensa Pardo en segundo lugar lo dejo para el siguiente comentario. Se refiere al malestar como "un negocio que se puede rentabilizar políticamente". Promete.
Joaquín empieza copiando y adaptando el siguiente texto:
"Asistimos a la crisis de la Transición, crisis de sus hombres, de sus partidos, de sus periódicos, de sus procedimientos de sus ideas de sus gustos y hasta de su vocabulario (...) el más humilde de vosotros tiene derecho a levantarse delante de esos hombres que quieren perpetuar la Transición (...) y decirles 'No me habéis dado maestros, ni libros, ni ideales ni holgura económica (...) soy vuestro acreedor, yo os exijo que me deis cuenta de todo lo que en mí hubiera sido posible (...) y no se ha realizado, quedando sepultado en mí antes de nacer; que ha fracasado porque no me disteis lo que tiene derecho a percibir todo ser que nace en latitudes europeas". Salvo Pablo Iglesias y algunos otros elementos componen estas Cortes partidos que (...) podrían considerarse continuación de cualesquiera de las Cortes de 1978 para acá (...). La España oficial consiste, pues, en una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos ministerios de alucinación".
Seguidamente, Joaquín nos desafía a que digamos en qué momento se escribió el párrafo anterior y si consideramos que son palabras del autor del libro. Y antes de que respondamos, nos dice que si sustituimos 1978 por 1875 y Transición por Restauración, tendremos ante nosotros las palabras del discurso de Ortega y Gasset "Vieja y nueva política", pronunciado en mayo de 1914. Por si pudiéramos confundirnos, el bueno de Joaquín nos advierte que ese Pablo Iglesias es el fundador del P$o€.
A continuación, nuestro inefable periodista nos dice que José Luís Pardo, cuando encontró tal párrafo y "comprendió las analogías ante aquellas circunstancias y las de ahora sintió una ligera sensación de mareo". Si a lo que se refiere Estefanía en cuanto a las circunstancias económicas que describe Ortega y sus efectos en la población, salvo escaso o nulo conocimiento de la historia por parte del autor del libro, esa sensación de mareo no puede venir motivada por el hecho que ahora todo eso se repita. Las crisis en el capitalismo son cíclicas, por lo tanto, sus efectos en las clases explotadas también. No era aquella de 1914 la primera ni será la de ahora la última; y, en consecuencia, la falta de holgura económica, la falta de unos adecuados servicios públicos de educación y de todo aquello que se supone que en estas latitudes debe tenerse, como denunciaba Ortega, volverán a darse cuando vuelva a haber otra crisis en el capitalismo. Cabe, pues, que la sensación de mareo, si se debía a estas circunstancias, solo sea de Joaquín Estefanía, que, aún cuando sabedor de lo cierto de todo lo que acabo de decir, sirve a quien le paga y por eso escribe lo que escribe.
La tesis que, según Joaquín, sostiene el autor es doble: "En primer lugar, que la doble pobreza que ha dejado la crisis, la económica y la política, puede acabar dinamitando el contrato social que garantizaba -el concepto de 'garantía' ha adquirido un papel fundamental en la era de la incertidumbre- el Estado de derecho que sustenta las libertades para la convivencia".
La verdad es que la "pobreza política" no la veo por ninguna parte, a no ser que se refiera a pobreza de argumentos por parte de la mayoría de la clase política. Si es así, estoy de acuerdo con Joaquín, pues la burguesía capitalista viene dando receta tras receta para engañar a las clases explotadas desde hace más de 150 años y aquí estamos: sigue habiendo crisis económicas y con efectos más o menos parecidos menos, claro, cuando las crisis y luchas entre capitalistas se solucionan mediante guerras. Pero mucho me temo que Joaquín no suscribe el concepto "pobreza política" en los términos en los que yo lo acabo de dejar descrito. Sobre la pobreza económica nada hay que decir: a la vista de todos está. En cuanto a que la crisis puede dinamitar el contrato social ¡Ojalá! Pues ese contrato social, primero, no es tal; ha sido impuesto por la burguesía capitalista una vez que se alzó con el poder tras la Revolución Francesa. Todo lo más, sería un contrato "de adhesión": si lo quieres lo tomas y si no, lo dejas. Segundo, lo que ese contrato garantiza es el estado de derecho burgués, pues no existe, pese a las pretensiones y deseos de Estefanía y de toda la burguesía a la que sirve, el "estado de derecho", como categoría absoluta. Mientras haya clases habrá un "estado de derecho burgués" impuesto a las clases trabajadoras. Por eso, y tercero, lo que ese contrato y ese estado de derecho garantizan es una "convivencia" basada en la fuerza y en la plena victoria de los capitalistas sobre los explotados; es como llamar "convivencia" a la relación del esclavo con su dueño en Roma o en Grecia en la época esclavista.
Hasta aquí vemos lo que piensa en primer lugar el autor del libro, según lo interpreta Estefanía, en cuanto a las presentes circunstancias. Y si esto refleja fielmente lo que dice el autor de "Estudios del malestar", pues ya podemos imaginarnos de qué pie cojea: estamos ante un libro más donde se ensalzan las libertades formales burguesas, su estado de explotación y se denigra por "populista", "utópica", etc. toda idea que ponga sobre la mesa, una vez más, la posibilidad o la necesidad ineludible de acabar cuanto antes con el estado de cosas que representa el capitalismo.
Lo que piensa Pardo en segundo lugar lo dejo para el siguiente comentario. Se refiere al malestar como "un negocio que se puede rentabilizar políticamente". Promete.
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