Resulta que a Esther Duflo le dieron el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, pasmémonos, por su contribución decisiva a la economía del desarrollo y conocimiento económico. En 2011, publicó un libro "Poor economics", traducido al español bajo el título "Repensar la pobreza: un giro radical en la lucha contra la desigualdad global", que, al parecer, documenta sus 15 años de experiencia realizando controles para mitigar la pobreza. Anteriormente, en 2010, recibió la Medalla John Bates Clark a economistas menores de 40 años que se considera que han hecho una contribución muy significativa al pensamiento y conocimiento económico. Su ambición, a decir del ABC de 24 de octubre de 2015, es cambiar la vida de los más pobres, cambiar el mundo; y para ello pretende proporcionar a quienes toman las decisiones políticas los medios que permitan inventar y elegir las políticas más adecuadas para ayudarlos a superar los problemas. Ella y su equipo creen que no hay soluciones milagrosas y que tampoco hay un culpable o un grupo de personas responsables de esta situación. Finalmente, dice que podemos llegar a entender la pobreza y así acabar con ella.
Si esto es así, se entiende perfectamente que le haya recibido los premios que le otorgaron, que haya resumido en un libro sus 15 años de investigación y que le hayan dado un doctorado en economía en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Tanta tontería burguesa merece esto y mucho más.
Esta señora, como todos los de su ralea, son ahistóricos, se sitúan fuera de la historia, para ellos, sencillamente, la historia no existe. Si supieran algo de ella, se darían cuenta de que la desigualdad (y la pobreza no deja de ser una de sus manifestaciones más lacerantes) forma parte de la vida humana por que hay dominantes y dominados. Efectivamente, en la sociedad esclavista, había amos y esclavos; en la feudal, señores y siervos y, finalmente, en la capitalista, explotadores y explotados. Pues bien esta señora, y todos los que la jalean, pretenden cambiar el mundo sin antes cambiar la fuente de toda desigualdad. Toda esta gente ni se plantea, porque ignoran palmariamente la historia, que lo que hay que hacer es atacar el fondo de la cuestión: la existencia, en nuestro momento histórico, de dueños de los medios de producción (explotadores) y de personas que para subsistir lo único que pueden hacer es vender su fuerza de trabajo, su capacidad de trabajar (los explotados), es decir, hay que acabar con la existencia de esos dos tipos de personas. En tanto esto no se haga, ahí tenemos la historia que nos lo enseña, siempre habrá ricos y pobres, siempre habrá desigualdad.
Y en lugar de proponer esta liquidación ¿qué nos proponen? Pues genialidades como ofrecer a los que toman decisiones políticas (eufemismo por los representantes de los capitalistas que ocupan los gobiernos) instrumentos para solucionar este problema. Vamos, decirle a Caperucita que viene el lobo a cuidarla o tratar de convencer a este para que no se coma a Caperucita. Es decir, se ignora la naturaleza y la misión histórica de esos que toman las decisiones políticas.
Por lo que se refiere a las soluciones milagrosas, ignoro a qué se refiere y si alguien ha propuesto esas medidas milagrosas. Yo sí creo que lo que ella propone son medidas milagrosas ¿o no lo sería convencer al lobo para que no se coma a Caperucita?
Eso sí, la que se lleva la palma de todas las sandeces que dice esta señora es la de que no hay un culpable o un grupo de personas responsables. Entonces ¿por qué estamos así? ¿Se trata todo esto de una maldición bíblica? Y si es así ¿no haría falta una solución milagrosa para sacarnos de esta situación? Lo dicho, Esther Duflo está fuera de la historia. O peor, sabe muy bien lo que dice y es una sacaría más del capitalismo que lo que trata es de adormecer y mantener en la ignorancia a cuantos más mejor.
Estoy de acuerdo con ella en que no hay una solución milagrosa. Una revolución que acabe con el capitalismo no sería ningún milagro, sería la prueba de que esos pobres a los que ella, consciente o inconscientemente, engaña, tomaron conciencia de su situación y decidieron actuar en consecuencia.
Final: ni sabe de historia ni de economía ni contribuye a acabar con la pobreza ni contribuye al desarrollo de nada que no sea al desarrollo y consolidación del capitalismo.
Si esto es así, se entiende perfectamente que le haya recibido los premios que le otorgaron, que haya resumido en un libro sus 15 años de investigación y que le hayan dado un doctorado en economía en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Tanta tontería burguesa merece esto y mucho más.
Esta señora, como todos los de su ralea, son ahistóricos, se sitúan fuera de la historia, para ellos, sencillamente, la historia no existe. Si supieran algo de ella, se darían cuenta de que la desigualdad (y la pobreza no deja de ser una de sus manifestaciones más lacerantes) forma parte de la vida humana por que hay dominantes y dominados. Efectivamente, en la sociedad esclavista, había amos y esclavos; en la feudal, señores y siervos y, finalmente, en la capitalista, explotadores y explotados. Pues bien esta señora, y todos los que la jalean, pretenden cambiar el mundo sin antes cambiar la fuente de toda desigualdad. Toda esta gente ni se plantea, porque ignoran palmariamente la historia, que lo que hay que hacer es atacar el fondo de la cuestión: la existencia, en nuestro momento histórico, de dueños de los medios de producción (explotadores) y de personas que para subsistir lo único que pueden hacer es vender su fuerza de trabajo, su capacidad de trabajar (los explotados), es decir, hay que acabar con la existencia de esos dos tipos de personas. En tanto esto no se haga, ahí tenemos la historia que nos lo enseña, siempre habrá ricos y pobres, siempre habrá desigualdad.
Y en lugar de proponer esta liquidación ¿qué nos proponen? Pues genialidades como ofrecer a los que toman decisiones políticas (eufemismo por los representantes de los capitalistas que ocupan los gobiernos) instrumentos para solucionar este problema. Vamos, decirle a Caperucita que viene el lobo a cuidarla o tratar de convencer a este para que no se coma a Caperucita. Es decir, se ignora la naturaleza y la misión histórica de esos que toman las decisiones políticas.
Por lo que se refiere a las soluciones milagrosas, ignoro a qué se refiere y si alguien ha propuesto esas medidas milagrosas. Yo sí creo que lo que ella propone son medidas milagrosas ¿o no lo sería convencer al lobo para que no se coma a Caperucita?
Eso sí, la que se lleva la palma de todas las sandeces que dice esta señora es la de que no hay un culpable o un grupo de personas responsables. Entonces ¿por qué estamos así? ¿Se trata todo esto de una maldición bíblica? Y si es así ¿no haría falta una solución milagrosa para sacarnos de esta situación? Lo dicho, Esther Duflo está fuera de la historia. O peor, sabe muy bien lo que dice y es una sacaría más del capitalismo que lo que trata es de adormecer y mantener en la ignorancia a cuantos más mejor.
Estoy de acuerdo con ella en que no hay una solución milagrosa. Una revolución que acabe con el capitalismo no sería ningún milagro, sería la prueba de que esos pobres a los que ella, consciente o inconscientemente, engaña, tomaron conciencia de su situación y decidieron actuar en consecuencia.
Final: ni sabe de historia ni de economía ni contribuye a acabar con la pobreza ni contribuye al desarrollo de nada que no sea al desarrollo y consolidación del capitalismo.
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