Hace unos días busqué el programa electoral del un día partido socialista de España y hoy un partido más, el PSOE, para confirmar que la palabra obrero no aparecía en ninguna de sus páginas. Pero no llegué a verlo. Me llamó la atención que tuvieran puesta el acta fundacional del partido y un programa electoral sin fecha. Lo primero me molestó sobre manera, pues todos sabemos que el partido fue fundado sobre los principios marxistas, principios que ya hace muchos años que abandonó el PSOE, por lo que hacer gala de tal acta me parece un intento de engaño por parte de esta gentuza, que pretende hacernos creer que ellos tienen algo que ver con los proletarios, los cuales aparecen expresamente citados en tal documento. Lo segundo, el programa electoral sin fecha, era una ejemplar de El Socialista. En tal programa se habla de lucha de clases, obreros, proletarios, de acabar con el capitalismo, etc. Es decir, esta gentuza (es lo más suave que se me ocurre llamarlos) colgando este programa electoral y a continuación los correspondientes a la etapa "democrática" de España quieren hacernos creer que ellos tienen algo que ver con ese tipo de propuestas, cuando resulta que ya no pasan de ser un partido capitalista más, pues expresamente abandonaron los principios marxistas a propuesta de uno de los seres más abyectos de mediados del siglo XX y lo que va del XXI, me refiero a Felipe González, que tras ver derrotada su propuesta en este sentido, dimitió para luego volver aclamado por la militancia que se plegó, en un harakiri incomprensible, a sus deseos antimarxistas.
Así, poniendo esos documentos a la vista de todos y en la forma y con la ocasión con las que lo hacen, la familia del PSOE pone de relieve que nos consideran unos imbéciles de marca mayor, que no sabemos nada de marxismo ni de socialismo, que no sabemos una palabra de historia, que estamos dispuestos a tragarnos esa milonga de que son socialista y obreros; también, que saben que la inmensa mayoría no tiene el más mínimo espíritu crítico y que, por tanto, seguirán votándolos pensando que al hacerlo están haciendo algo por los trabajadores. Y, por otro lado, nos muestran su total falta de decencia.
Por tanto, cuando estos que se llaman socialistas se molestan por que les dicen que son lo mismo que el PP, tal crítica esta sólida y estrictamente justificada, pues el PP es un partido antimarxista, basado en el capitalismo como medio de explotación de la clase obrera, que cree superada la lucha de clases, que cuando los capitalista auténticamente se están forrando a base de abaratamiento del despido, bajadas de sueldos, aumento de la jornada de trabajo contratada sin el pago correspondiente, etc, dice que España va bien. ¿No es este exactamente el mismo diagnóstico que hace el PSOE? Pues claro que lo es; la única diferencia es que este partido pide algo de limosna al gran capital para ver si, graciosamente, no nos explotan tanto. Pero en el fondo, ambos partidos están sólidamente anclados en el capitalismo y a ninguno de los dos, a diferencia de a los fundadores del PSOE, se les pasa por la cabeza hacer algo que puede hacer temblar mínimamente los principios en los que tal sistema se asienta.
Antes el PSOE hablaba de proletarios, de obreros, era internacionalista (el obrero no tiene patria); hoy de españoles, de ciudadanos, es decir, se comporta como el partido burgués que es, pues tan españoles y ciudadanos son Amancio Ortega, Ana Patricia Botín (hasta el apellido la delata), Florentino Pérez, César Alierta y un larguísimo etcétera de explotadores como el último de los parados o como el último emigrante o como el último que ha perdido el subsidio del paro; y la gentuza del PSOE los engloba a todos bajo esos conceptos, como si todos fueran lo mismo, como si se pudiera hacer política en favor de todos ellos a la vez.
Ciertamente, si las normas sobre publicidad engañosa pudieran aplicarse al PSOE ya tendrían que haber quitado la S y la O del nombre del partido hace mucho tiempo.
Así, poniendo esos documentos a la vista de todos y en la forma y con la ocasión con las que lo hacen, la familia del PSOE pone de relieve que nos consideran unos imbéciles de marca mayor, que no sabemos nada de marxismo ni de socialismo, que no sabemos una palabra de historia, que estamos dispuestos a tragarnos esa milonga de que son socialista y obreros; también, que saben que la inmensa mayoría no tiene el más mínimo espíritu crítico y que, por tanto, seguirán votándolos pensando que al hacerlo están haciendo algo por los trabajadores. Y, por otro lado, nos muestran su total falta de decencia.
Por tanto, cuando estos que se llaman socialistas se molestan por que les dicen que son lo mismo que el PP, tal crítica esta sólida y estrictamente justificada, pues el PP es un partido antimarxista, basado en el capitalismo como medio de explotación de la clase obrera, que cree superada la lucha de clases, que cuando los capitalista auténticamente se están forrando a base de abaratamiento del despido, bajadas de sueldos, aumento de la jornada de trabajo contratada sin el pago correspondiente, etc, dice que España va bien. ¿No es este exactamente el mismo diagnóstico que hace el PSOE? Pues claro que lo es; la única diferencia es que este partido pide algo de limosna al gran capital para ver si, graciosamente, no nos explotan tanto. Pero en el fondo, ambos partidos están sólidamente anclados en el capitalismo y a ninguno de los dos, a diferencia de a los fundadores del PSOE, se les pasa por la cabeza hacer algo que puede hacer temblar mínimamente los principios en los que tal sistema se asienta.
Antes el PSOE hablaba de proletarios, de obreros, era internacionalista (el obrero no tiene patria); hoy de españoles, de ciudadanos, es decir, se comporta como el partido burgués que es, pues tan españoles y ciudadanos son Amancio Ortega, Ana Patricia Botín (hasta el apellido la delata), Florentino Pérez, César Alierta y un larguísimo etcétera de explotadores como el último de los parados o como el último emigrante o como el último que ha perdido el subsidio del paro; y la gentuza del PSOE los engloba a todos bajo esos conceptos, como si todos fueran lo mismo, como si se pudiera hacer política en favor de todos ellos a la vez.
Ciertamente, si las normas sobre publicidad engañosa pudieran aplicarse al PSOE ya tendrían que haber quitado la S y la O del nombre del partido hace mucho tiempo.
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