Desde que la URSS abandonara Afganistán derrotada por los talibanes estamos viviendo eso que se llama "guerra contra el terrorismo", pues ese grupo, armado por lo menos los USA, dejó de estar formado por "patriotas" que luchan contra el invasor para pasar a ser eso, terroristas, en la medida que querían expulsar a los occidentales de la zona y en la que no se plegaban a la voluntad de los invasores económicos. También son considerados "terroristas" por que tratan de imponer sus valores y lo hacen como todo el que quiere imponer su mandato, su sistema: por medio de la violencia. Así se impuso la sociedad esclavista, luego la feudal y, ahora, la burguesa-capitalista. Por tanto, lo que hacen los talibanes, el Ejército Islámico, Boko Haran no puede, no debe sorprendernos.
Pero la situación que estamos padeciendo no arranca de aquel momento. La cosa empieza mucho antes. Empieza cuando Europa, el mundo "civilizado" de la época, se abalanza en el siglo XIX al dominio del oriente próximo y medio, a la búsqueda de sus recursos, es decir, cuando su expansión colonial cambia de rumbo. Antes el capital europeo se había interesado, desde su descubrimiento, por el continente americano. Pues bien, los capitalistas europeos trasladan su enfrentamiento a oriente, para lo que explotan y aplastan sin miramientos a la población local. Pero llegó un momento, como era de esperar (igual que ahora hay que esperar, tarde o temprano, un enfrentamiento China-EuroUSA; y esperando a ver donde se coloca Rusia y qué pasa con la India) que las potencias europeas tuvieron que enfrentarse directamente y en suelo europeo, pues las llamadas potencias centrales (Prusia y el imperio austro-húngaro), ya no se conformaban con la pequeña parte del pastel que les tocaba, África incluida, y entraban en colisión con el otro grupo: Inglaterra, Francia y Rusia. Resultado: I Guerra Mundial (recomiendo la lectura de El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin, donde se puede encontrar un esclarecedor análisis de las causas de esta guerra). Pero las cosas no quedaron ahí y las circunstancias económicas volvieron a propiciar un nuevo enfrentamiento entre dos bloques capitalistas: el fascista (Italia y Alemania y Japón) y el "demócrata": Francia, Inglaterra y USA. Y la URSS, cuyo destino para las "democracias" capitalistas era el de acabar siendo machacada por el fascismo capitalista y que resultó que fue la que acabo con la forma fascista del capitalismo; y de no ser por la intervención de los USA, quién sabe sino habría acabado también con la "demócrata" (recomiendo la lectura del libro de Chris Bambery sobre la II Guerra Mundial). Las consecuencias de esta guerra se vieron en oriente próximo con el aplastamiento del pueblo palestino y la creación del estado de Israel; la liquidación del imperio británico en la zona y también en el oriente medio. Sin embargo, el fin del imperio colonial no significa que terminara el económico. "Occidente" quiere seguir controlando la zona con gobiernos títere: el del Sha de Persia es un buen ejemplo de ello; y lo hace esquilmando recursos y generando una gran pobreza entre las clases bajas.
Pues bien, de toda esta serie de despropósitos que, como poco, podríamos decir que ya dura cien años, aparecen Jomeini, Bin Laden, etc. etc, las primaveras árabes (jamás entendidas por "occidente"), la guerra de Siria, el nuevo gobierno egipcio, Libia o lo que queda de ella, Yemen. Y también aparecen, como no, los nuevos peones de los que se sirve "occidente" para perpetuar su dominio en la zona; sin olvidar a Arabia Saudi, que quiere extender su zona de influencia.
Viendo este panorama no puede sorprendernos que las potencias orientales (la ya dicha Arabia Saudí e Irán) quieran imponerse, que Rusia, también; que Turquía vea con recelo las acciones de los kurdos; que los USA y Europa vean peligrar sus intereses en la zona. Es decir, una vez más la lucha despiadada de unos capitalistas contra otros sigue sumiendo a los explotados, a los que carecen de recursos en el mayor de los desastres. Y en medio de todo esto, el Estado Islámico no es más que un peón, alguien en manos de quien lo financia, que, entre tanta pobreza y desesperación, encuentra gente crédula dispuesta a inmolarse.
El otro día oí decir a una representante de L'Express que los suicidas de los atentados de París habían salido todos de los barrios marginales de esa ciudad; barrios en los que, decía, solo vive quien, por culpa de su situación económica, no se ha podido largar de allí.
Pero los Hollande, Rajoy, Cameron, Obama pretenden hacernos creer que esto es una guerra contra terroristas; no, es una guerra, como todas las capitalistas, por la dominación.
En fin, una vea más el capitalismo deja su huella en forma de guerra, destrucción y muerte. ¿Hasta cuándo lo permitiremos?
Pero la situación que estamos padeciendo no arranca de aquel momento. La cosa empieza mucho antes. Empieza cuando Europa, el mundo "civilizado" de la época, se abalanza en el siglo XIX al dominio del oriente próximo y medio, a la búsqueda de sus recursos, es decir, cuando su expansión colonial cambia de rumbo. Antes el capital europeo se había interesado, desde su descubrimiento, por el continente americano. Pues bien, los capitalistas europeos trasladan su enfrentamiento a oriente, para lo que explotan y aplastan sin miramientos a la población local. Pero llegó un momento, como era de esperar (igual que ahora hay que esperar, tarde o temprano, un enfrentamiento China-EuroUSA; y esperando a ver donde se coloca Rusia y qué pasa con la India) que las potencias europeas tuvieron que enfrentarse directamente y en suelo europeo, pues las llamadas potencias centrales (Prusia y el imperio austro-húngaro), ya no se conformaban con la pequeña parte del pastel que les tocaba, África incluida, y entraban en colisión con el otro grupo: Inglaterra, Francia y Rusia. Resultado: I Guerra Mundial (recomiendo la lectura de El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin, donde se puede encontrar un esclarecedor análisis de las causas de esta guerra). Pero las cosas no quedaron ahí y las circunstancias económicas volvieron a propiciar un nuevo enfrentamiento entre dos bloques capitalistas: el fascista (Italia y Alemania y Japón) y el "demócrata": Francia, Inglaterra y USA. Y la URSS, cuyo destino para las "democracias" capitalistas era el de acabar siendo machacada por el fascismo capitalista y que resultó que fue la que acabo con la forma fascista del capitalismo; y de no ser por la intervención de los USA, quién sabe sino habría acabado también con la "demócrata" (recomiendo la lectura del libro de Chris Bambery sobre la II Guerra Mundial). Las consecuencias de esta guerra se vieron en oriente próximo con el aplastamiento del pueblo palestino y la creación del estado de Israel; la liquidación del imperio británico en la zona y también en el oriente medio. Sin embargo, el fin del imperio colonial no significa que terminara el económico. "Occidente" quiere seguir controlando la zona con gobiernos títere: el del Sha de Persia es un buen ejemplo de ello; y lo hace esquilmando recursos y generando una gran pobreza entre las clases bajas.
Pues bien, de toda esta serie de despropósitos que, como poco, podríamos decir que ya dura cien años, aparecen Jomeini, Bin Laden, etc. etc, las primaveras árabes (jamás entendidas por "occidente"), la guerra de Siria, el nuevo gobierno egipcio, Libia o lo que queda de ella, Yemen. Y también aparecen, como no, los nuevos peones de los que se sirve "occidente" para perpetuar su dominio en la zona; sin olvidar a Arabia Saudi, que quiere extender su zona de influencia.
Viendo este panorama no puede sorprendernos que las potencias orientales (la ya dicha Arabia Saudí e Irán) quieran imponerse, que Rusia, también; que Turquía vea con recelo las acciones de los kurdos; que los USA y Europa vean peligrar sus intereses en la zona. Es decir, una vez más la lucha despiadada de unos capitalistas contra otros sigue sumiendo a los explotados, a los que carecen de recursos en el mayor de los desastres. Y en medio de todo esto, el Estado Islámico no es más que un peón, alguien en manos de quien lo financia, que, entre tanta pobreza y desesperación, encuentra gente crédula dispuesta a inmolarse.
El otro día oí decir a una representante de L'Express que los suicidas de los atentados de París habían salido todos de los barrios marginales de esa ciudad; barrios en los que, decía, solo vive quien, por culpa de su situación económica, no se ha podido largar de allí.
Pero los Hollande, Rajoy, Cameron, Obama pretenden hacernos creer que esto es una guerra contra terroristas; no, es una guerra, como todas las capitalistas, por la dominación.
En fin, una vea más el capitalismo deja su huella en forma de guerra, destrucción y muerte. ¿Hasta cuándo lo permitiremos?
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